domingo, 6 de octubre de 2013

Curiosidades sobre el Sistema Solar


1. EL PLANETA DESAPARECIDO

Hace tiempo que los astrónomos han observado discrepancias en las órbitas de los gigantes gaseosos de nuestro sistema. En particular, se ha observado que contradicen muchos de los modelos que tenemos para explicar la “infancia” del Sistema Solar. Y de aquí (y de muchas otras pruebas), es de donde sacan una conclusión bastante sorprendente: en algún momento del pasado, existió un planeta más formando parte de nuestro sistema.
El planeta en cuestión, conocido como Tycho, se encontraría a miles de millones de kilómetros de Plutón, en una región a la que apenas llega ya luz solar. Su órbita sería además marcadamente elíptica, llegando a tener un periodo de traslación de varios millones de años. Estos dos detalles son los que harían que, si bien se ha propuesto su existencia, no se tienen pruebas de esta.

2. LA SUPERFICIE MARCIANA


A pesar de que últimamente el planeta rojo copa gran parte de los titulares relacionados con astronomía y ciencia en general, no suelen llegarnos muchas imágenes de su superficie. Pero algunas de las que llegamos a apreciar nos muestran detalles verdaderamente interesantes, como por ejemplo, los Diablos de polvo: el equivalente marciano de los tornados. Lo más interesante de estos es que suelen aspirar la mayor parte de la capa exterior de óxido de hierro (el rojizo material que da al planeta su característico color), dejando al descubierto el color grisáceo del basalto que se encuentra justo debajo.

3. LLUVIAS DE DIAMANTE Y OCÉANOS DE CARBONO


Algunos planetas gaseosos, a pesar de encontrarse en nuestro propio sistema, esconden algunos secretos sobre su superficie y sus condiciones. Se cree que Neptuno y Urano, por ejemplo, tienen enormes océanos de carbono líquido, según indican las bajas temperaturas y la alta concentración de carbono de los planetas. Además la cosa no queda ahí, porque en estos océanos habría flotando pequeños pedazos de diamante, que también se sospecha que pueden caer al planeta como si de lluvia se tratase.

4. ESTAMOS RODEADOS DE MATERIA OSCURA


la materia oscura es uno de los mayores misterios de la ciencia actual. Conocemos parte de su supuesto comportamiento, pero nos falta la parte matemática que nos permita demostrar científicamente que realmente es así y que represente lo que se observa en la realidad.
Sabemos, por ejemplo, que es la materia oscura lo que mantiene unidas galaxias y sistemas, sin excepción. Es decir, que también es lo que mantiene unido el Sistema Solar, y eso lo saben bien todos aquellos que trabajan con tecnologías espaciales: se ha observado repetidas veces que al mandar satélites o naves al espacio, su velocidad orbital cambia inexplicablemente mientras están acercándose o alejándose de la Tierra. Esto puede explicarse si, según se cree, la Tierra está rodeada de un enorme halo de materia oscura, casi tan grande como Júpiter.



5. TITÁN TE DA ALAS

Titán, una de las lunas de Saturno, sería el escenario perfecto para un anuncio de la famosa bebida energética Red Bull. Y es que su eslogan vendría que ni pintado en un lugar en el que podríamos, literalmente, volar.
Esto se debe a la poca gravedad que hay en la superficie, sumado al hecho de que la presión atmosférica es muy baja. Por esto, si trajéramos un par de alas a Titán y las agitáramos cual pájaro, conseguiríamos alzar el vuelo. 

6. MARTE, EL ROBA-SATÉLITES

Marte, como todos sus vecinos de sistema, tiene satélites naturales que orbitan a su alrededor. Algunos tienen unos pocos, como la Tierra, y otros tienen suficientes como para dar y vender, cómo Júpiter que tiene nada más y nada menos que 67. La cosa es que la de los satélites de Marte tiene una historia curiosa: fueron “robados”.
Fobos y Deimos (que así es como se llaman) no son lunas uniformes y prácticamente esféricas, como las de la mayoría de planetas, sino que son dos asteroides que se desviaron y, atraídos por la fuerza gravitatoria del planeta rojo, quedaron atrapados en su órbita.

7. EL CAMPO MAGNÉTICO DEL SOL ESTÁ A PUNTO DE INVERTIRSE

Es sabido ya que la actividad solar tiene ciclos periódicos de 11 años, que finalizan con la actividad llegando a su máximo justo antes de que la polaridad magnética del Sol se invierta. Y es sabido también que es probable que esto ocurra muy pronto. Según la NASA, a ello apuntan todas los datos recabados últimamente: con casi total seguridad, el campo magnético del Sol se invertirá en los próximos meses.  Eso sí, por fatalistas que sean las predicciones normales, no tenéis de qué preocuparos, lo más probable es que apenas notemos el cambio.

8. MÚLTIPLES AGUJEROS NEGROS

A pesar de que muchas veces nos quedemos con el término más genérico, “agujeros negros”, hay muchos y muy distintos.
Están, por ejemplo, los agujeros negros de masa estelar, que son los más clásicos y conocidos: se forman cuando una estrella se queda sin oxígeno para llevar a cabo la fusión nuclear con la que genera energía. Para solucionarlo empieza a utilizar helio, lo que desemboca en una inestabilidad química que puede terminar provocando un agujero negro.
Existen también los agujeros negros supermasivos, que se forman cuando muchos agujeros negros normales terminan uniéndose. Se cree que hay uno en el centro de la Galaxia.
Y siguiendo con los tamaños, también están los micro agujeros negros: casi del tamaño de un átomo y que podrían estar bombardeando la Tierra constantemente. Aunque no hay de qué preocuparse: son completamente inofensivos.


9. EL SOL PODRÍA CABER EN LA MAGNETOSFERA DE JÚPITER

Es bien sabido por todos que, en lo que a tamaño se refiere, ningún planeta es capaz de superar al gigantón de Júpiter. Excepto, por supuesto, el otro gigantón, el que nos da luz, calor y nombre a todo el Sistema: el Sol.
Pero, aunque no lo supere en tamaño físico, no es así en su magnetosfera. Y es que el campo magnético generado por Júpiter, el más grande del Sistema Solar (y esta vez sí, superando incluso al de nuestro astro central) es tan grande, que incluso el Sol entero cabe en su interior.

10. TARDARÍAMOS 8 MINUTOS EN VER APAGARSE EL SOL

La velocidad de la luz es tan alta que muchas veces nos parece incluso que sea instantánea. Y es que claro, ¿qué son uno/dos metros (la distancia que puede haber entre un enchufe y tu televisor, o la bombilla de tu flexo y tu escritorio? Esas distancias, viajando a una velocidad aproximada de 300 mil kilómetros por segundo, se recorren en un tiempo absolutamente despreciable.
Pero cuando pasamos a escala planetaria, 300 mil kilómetros es más bien poco. De hecho, incluso la distancia de la Tierra a la Luna es mayor. ¿Con qué nos deja esto? Pues con que la luz deja de propagarse “instantáneamente” para que empecemos a notar retrasos en esta. Y esto provocaría, por ejemplo, que si el Sol se apagase, nos seguiría llegando luz durante 8 minutos, puesto que la luz que había emitido antes de apagarse no nos habría llegado aún completamente.

Fuente: medciencia

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